Consejos útiles para comprar barato

Para los que tienen familia, comprar lo más barato posible puede suponer una gran diferencia a final de año. Saber comprar con prudencia no sólo permite ahorrar dinero, sino que nos pone en situación de hacer frente a los pequeños imprevistos que pueden surgir en nuestra vida diaria, nos ahorra tiempo y también es bueno para nuestra salud.

Estos consejos se basan en mi experiencia y se centran principalmente en la compra de alimentos en los supermercados porque es una necesidad y porque los supermercados están ahora muy extendidos. A continuación ofrezco, como sugerencia, una lista de reglas que me he dado a mí mismo. No olvides hacerme llegar tus opiniones en los comentarios porque tus experiencias me serán útiles tanto a mí como a otros usuarios de la página.

Regla #1. Considerar todos los factores.

Muchos de nosotros pasamos por alto el hecho de viajar en coche. El coche también tiene un coste en términos de combustible, mantenimiento y gestión. Comprar en un lugar lejano si compramos pocas cosas podría ser perjudicial. En mi trabajo he conocido a gente más o menos astuta que prefiere viajar por el mundo antes de comprar algo de poco valor.

Siempre intentamos poner en el otro lado de la balanza el hecho de que si un paquete de pasta cuesta 10 céntimos menos, no tiene sentido gastar cincuenta veces más en gasolina para ir a ese supermercado en concreto. No olvidemos que en todos los supermercados hay artículos más caros y menos caros, por lo que aunque nos ahorremos dinero comprando pasta, seguro que nos gastaremos más comprando salsa u otra cosa, y por tanto habremos perdido dinero en el viaje y dinero para otras cosas accesorias o complementarias.


Regla #2. El cuaderno es tu amigo.

La lista de la compra era algo muy común hasta hace poco. Con la opulencia hemos perdido esta sana costumbre y podemos dejarnos llevar por el frenesí de las compras. Más adelante hablaremos de cómo el marketing puede llevarnos a comprar cosas que no necesitamos. Por ahora, en esta sección, vamos a centrarnos en cómo organizar nuestro cuaderno.

El cuaderno también es útil para aquellos que siguen una dieta determinada para no perder de vista su aporte nutricional, pero lo más importante es que contiene cierta información.

Bueno o malo, cada uno de nosotros ha sido educado en la nutrición y por eso tendemos a comprar más o menos las mismas cosas. Tener una lista de estas cosas para organizar los momentos de la semana en los que podemos ir a comprarlas es, sin duda, una ventaja que hay que aprovechar.

Así sabremos exactamente dónde está el artículo más barato que necesitamos en ese momento y, si es necesario, podremos dar un rodeo para comprarlo y así evitar ir allí específicamente. Disponer de una lista de artículos que necesitamos, normalmente relacionados con determinados lugares, permitirá sin duda gestionar mejor nuestras compras durante la semana.

Una lista de la compra a la que debemos atenernos nos ayuda a evitar que nos atraigan otros artículos que no necesitamos. En caso de que nos demos cuenta de que hemos olvidado anotar algo, lo añadiremos a la lista. Si se trata de un artículo que no solemos utilizar, haremos un asterisco al lado para recordarnos que estamos comprando algo sólo para ese momento. Cuantos menos asteriscos haya en nuestra lista de la compra, menos gastaremos.

Regla #3. Mejor calidad que cantidad.

En mi opinión, hay varias razones por las que una persona debe centrarse en la calidad y no en la cantidad. Si bien es cierto que hay muchos productos industriales y en serie que nos pueden hacer ahorrar dinero, también es cierto que un producto barato y de baja calidad puede, a la larga, estar mal manipulado, envasado y almacenado.

Los productos de mejor calidad suelen seguir flujos de distribución más precisos y deberían, al menos en teoría, cumplir las normas mínimas de higiene y producción necesarias para la salud del consumidor. Recordemos siempre que la salud no tiene precio y que los médicos y los tratamientos no son (justamente) baratos.

Es mejor gastar un poco más por un trozo de carne cortado delante de nosotros que elegir cosas congeladas de dudoso valor nutricional y dudosa producción. Al optar por penalizar la calidad, nos arriesgamos a tener existencias en la nevera que, una vez caducadas, tendremos que tirar.

Tengamos mucho cuidado de no caer en la trampa de la falsa calidad. En este artículo no decimos que para que un producto sea de calidad deba ser necesariamente una marca famosa o anunciada.

Regla #4. Es mejor comprar varias veces y en diferentes lugares.

No somos profesionales de la conservación de alimentos, así que para disfrutar de la máxima calidad, siempre es mejor, si se puede, hacer la compra en cantidades mínimas durante la semana. Mi consejo es que elijas un día cada quince días para dedicarlo a las cosas más voluminosas y fáciles de almacenar, como las bebidas, la comida para mascotas, los alimentos envasados al vacío como el arroz, el azúcar, la sal y la miel.

Otra razón por la que es más conveniente comprar más a menudo llevándose menos artículos es que en ese día concreto puede haber artículos en oferta o que caduquen que sean especialmente baratos. Al aumentar la frecuencia, se incrementa la probabilidad de poder acceder a diferentes promociones, pero tenga cuidado con los trucos de marketing de los que hablaremos más adelante.

Muchos supermercados tienen algunos artículos que son muy baratos y otros que son muy caros en comparación con sus competidores. Por esta razón, es conveniente anotar en el famoso cuaderno dónde es más barato. Recuerda tener la libreta al día porque los precios pueden cambiar de forma rotativa, de modo que lo que era barato en un supermercado ya no lo será y viceversa.


Regla #5. Cuidado con los trucos de marketing.

El marketing en sí mismo no es algo malo. Es una ciencia económica basada en la estadística y la psicología. Es una herramienta que ayuda a los vendedores a satisfacer las necesidades de los clientes y a aumentar las ventas. Ayuda a vender más en corto. El marketing, como cualquier ciencia, puede utilizarse bien o mal.

Conocer algunos de los trucos más comunes puede ayudarnos a ser menos impulsivos y manipuladores. Es importante entender la diferencia entre marketing, publicidad y realidad. En primer lugar, olvidemos por completo lo que vemos en los anuncios. Por definición, sirven para vender más. No es necesario que un objeto, por el mero hecho de tener mucha más publicidad, deba ser también de mejor calidad. Los costes de publicidad repercuten inevitablemente en el precio final.

Vender no es tan fácil como parece porque se trata de la competencia y por eso, a lo largo de los años, se han adoptado técnicas para empujar al usuario a consumir más. No nos sintamos antagonistas ni engañados por este sistema, nuestra sociedad se basa en el consumo, el mundo siempre ha ido por ahí y no sólo por las ventas. El conocimiento es poder y aquí hay algunas reflexiones.

Los artículos comprados tienen que ser colocados en algún lugar para ser llevados de las estanterías a la caja y de la caja al hogar. Invertir unos pocos céntimos en bolsas de tela de calidad que sirvan para contener y transportar puede, sin duda, ahorrarnos mucho dinero, facilitarnos el paseo y evitar que las finísimas bolsas de plástico reciclable aplasten las botellas de vidrio contra el suelo cuando salimos del supermercado.

Dentro del supermercado hay dos tipos de contenedores que normalmente se ponen siempre a disposición del cliente. Una especie de carro para los que tienen prisa, y el clásico carro más grande con cuatro ruedas. Dado que nuestra mente percibe en parte la cantidad de compras que hemos hecho en función de lo lleno que está el carro, una táctica de marketing es renovarlos a largo plazo con ejemplares más grandes y con más capacidad. El usuario, acostumbrado a comprar a ojo, se llevará sin duda una desagradable sorpresa cuando llegue a la caja.

Todos nos hemos dado cuenta al menos una vez de que alguien mira en nuestro carrito, quizá con la intención de ver qué compramos y cuánto dinero tenemos. Nunca confíes en tu percepción visual.

Los carros con asientos para niños también tienen la función incidental (quizás) de tranquilizarnos para que podamos concentrarnos más en la compra. La razón por la que los artículos voluminosos suelen encontrarse al final del recorrido del supermercado o cerca de la caja es precisamente porque, al comprarlos primero, tendríamos la percepción de haber llenado el carrito.

Este truco de marketing no es seguido al pie de la letra por todos los supermercados; muchas veces, los carritos están relacionados con el tamaño del supermercado. Tenga en cuenta que no todos los supermercados aplican todas las normas de comercialización y que ésta no es una guía exhaustiva.

Normalmente, los artículos voluminosos, como las bebidas, el agua y la comida para mascotas, se colocan en último lugar en la ruta imaginaria hacia el supermercado.  Si se pusieran a disposición inmediatamente en la entrada o en un lugar inmediatamente accesible y acogedor, seguro que se llenaría antes el carrito, haciendo más ineficaz la sensación de vacío que nos induce a comprar.

Normalmente, las estanterías están dispuestas de tal manera que permiten un recorrido en espiral o en zigzag, precisamente para dar a la gente la oportunidad de ver todos los artículos en venta antes de llegar a la caja.

Este truco es útil para controlar y supervisar mejor las mercancías, las personas y dirigirlas de otro modo para que no se pierdan. Se utiliza mucho en las grandes gasolineras que tienen un pequeño supermercado en su interior.

Si nos gusta el chocolate, prácticamente nos sentiremos en el cielo mirando las estanterías de dulces. Por supuesto, nos quedaremos más tiempo y esto aumentará la probabilidad de que cedamos a la tentación de comprar algo.

Otro ejemplo son las cajas de verduras y frutas que suelen encontrarse al principio del recorrido para que el cliente, que aún no está cansado, se quede más tiempo y con un estado de ánimo más favorable, para valorar este tipo de artículos que normalmente dan un mayor margen de beneficio al supermercado.

Si el objetivo es ahorrar, no tiene sentido recorrer todo el supermercado para ver lo que hay o para pasar el rato, porque inevitablemente comprarás algo que no necesitas. Cuanto menos tiempo pases en la tentación, menos posibilidades hay de que compres algo que no necesitas.

Normalmente los productos que se ponen a la altura de los ojos son los de las marcas que se lo pueden permitir. Se sorprenderá de lo mucho que puede ahorrar simplemente bajando la vista para dedicar su atención a esos productos del fondo de las estanterías.

Lo mismo ocurre con las estanterías muy altas cuyos productos parecen casi inalcanzables. Los supermercados que no tienen estantes especiales para los dulces podrían poner los dulces y los juguetes en la parte inferior de los estantes para que los niños puedan verlos y convencer a sus padres de que los compren.

Asegúrese de agacharse de rodillas cuando recoja algo de abajo o podría quedarse atascado. Si no puede alcanzar los productos más altos, evite subirse a la estantería y pida ayuda a un empleado del supermercado.

Un truco que se ha utilizado durante mucho tiempo es poner los precios en céntimos porque tendemos a mirar y evaluar sólo el número que tienen delante. Si algo cuesta 1,99, nuestro cerebro tenderá a interpretarlo como si costara 1,99, pero en la práctica son 2.

Es un hábito que ya está bien establecido y estoy seguro de que muchos de los que leen esto lo saben.

Quizá haya notado que de vez en cuando los artículos puestos a la venta han sido cambiados de lugar. Esto puede servir para evitar que la gente se salte estanterías enteras. Si buscamos algo que solemos comprar y lo han cambiado de sitio, lo normal es que también tengamos que evaluar otras estanterías que no habíamos mirado antes y, por tanto, pasar más tiempo dentro del supermercado evaluando los artículos en oferta.

Tradicionalmente, los productos de primera necesidad, como el papel higiénico, se sitúan al final de nuestro recorrido, de modo que recorremos todos los pasillos, lo que aumenta la probabilidad de que nos atraigan otros productos que no necesitamos realmente.

Suelen ser productos innecesarios, accesorios o de cuidado personal. Algunos ejemplos son los dulces, una bebida más fresca que la que hay en los estantes, maquinillas de afeitar, recambios, etc. Cuando estamos haciendo cola en la caja, tenemos que hacer algo además de mirar de cerca el contenido del carrito de la persona que tenemos delante y aquí, podemos tener la tentación de dedicar nuestro tiempo a pensar en comprar lo que no es indispensable.

Una práctica que he visto en más de un supermercado es colocar los productos de forma desordenada dentro de un contenedor. En estos recipientes cabe de todo, desde taladros y zapatos hasta pasta de dientes y pinzas de la ropa.

Aunque mucha gente se esfuerza por aplicar el más mínimo descuento, suelen ser artículos que no tienen ningún valor real y sirven para dar la impresión de que hay algún tipo de rebaja o liquidación.

¿Te has dado cuenta de que hay impresoras muy baratas con tinta muy cara en comparación con el precio de la impresora? Lo mismo ocurre con las piezas de recambio de algunos cepillos de dientes y similares. Las piezas de recambio tienen un precio ligeramente inferior al del kit completo. Así, el comprador, para no desperdiciar el artículo, se siente casi obligado a comprar las piezas de recambio, que en sí mismas no deberían ser tan caras.

Citando al Principito de Antoine de Saint-Exupéry, lo esencial es invisible a los ojos. Como la mayoría de nosotros sabemos, el vestido no debería hacer al hombre, pero de hecho lo hace. A la gente le gustan las cosas atractivas, por lo que tiende a comprar más si hay una bonita imagen en la caja (sólo a efectos ilustrativos) que nos haga imaginar cómo será el producto final.

También está demostrado que una imagen más atractiva (en cualquier ámbito), suscita mucha más confianza y expectativas en las personas.

Las cosas que compramos una y otra vez, porque son de primera necesidad, suelen encontrarse al final para que se compren en último lugar. Al tratarse de productos de primera necesidad, el supermercado no teme no venderlos y, por tanto, prefiere asegurarse de que el cliente se anime a mirar el resto de la muestra en los otros pasillos antes de llegar a los productos que seguramente comprará.

También es importante recordar que cada producto está diseñado para atraer a un determinado tipo de cliente. Esto no es nada nuevo. Por ejemplo, los artículos destinados a los niños suelen tener colores más vivos, los destinados a las mujeres tendrán colores pastel más suaves, sinónimo de delicadeza, los destinados a los hombres suelen tener colores más oscuros e intensos.

Las formas de los artículos masculinos son más pronunciadas, bien definidas y a veces angulosas. Los dedicados a las consumidoras normalmente tienen formas mucho más afiladas, pequeñas y redondeadas.

Por supuesto, si voy a comprar un determinado tipo del famosísimo chocolate con avellanas, cuyo nombre no mencionaré por razones obvias, también puedo encontrar otros tipos de mermeladas y dulces para untar en las inmediaciones. Esto hace que la disposición de las mercancías sea más ordenada e inmediata para quienes quieren encontrarlas, pero algunos supermercados. Puede que coloquen galletas o productos para untar similares cerca.

Esta técnica se llama venta cruzada y consiste en ofrecer diferentes artículos que normalmente se utilizan juntos. Esto no se hace normalmente con la leche y las galletas porque la leche es voluminosa y ocuparía mucho espacio en el carro por las razones expuestas anteriormente. Una técnica complementaria a ésta es poner un producto en oferta y mantener o aumentar el precio del producto complementario.

Esta técnica también se utiliza para la publicidad. Es una práctica consolidada publicitar, mediante folletos, páginas web u otros medios, artículos que pueden ser complementarios a otros. Otra más desleal es incluir en el folleto artículos que están disponibles en pequeñas cantidades o que ya se han agotado, de modo que el consumidor va allí convencido de comprar un determinado tipo de artículo y, al no encontrarlo, compra inevitablemente otra marca a precio completo.

El tamaño y la cantidad son importantes para entender si un producto es realmente barato o no. Algunos fabricantes, para vender más, producen envases más grandes que contienen menos producto. Esta estrategia suele adoptarse para productos que normalmente cuestan más que el paquete.

Otros, en el caso de productos con menor margen de beneficio, prefieren fabricar envases más pequeños para que haya menos producto disponible y, por tanto, haya que comprarlo con mucha más frecuencia.

En algunos países existen impuestos especiales o costes de producción para determinados elementos utilizados para contener o envasar artículos, lo que puede obligar al fabricante a adaptarlos para evitar costes excesivos.

La conveniencia de un producto en comparación con otra marca es que, para la misma cantidad, debe tener un precio más bajo. Muchos países exigen por ley incluir el precio unitario y también el precio por peso. Pero si te has fijado, para enturbiar las cosas, es raro que aparezca el precio por 1 kg de producto en las etiquetas.

Hay artículos cuyas etiquetas indican que un determinado queso cuesta 2 por 100 gramos, y otros cuyas etiquetas indican que cuesta 3 por 180 gramos. ¿Cuál es más barato? Debido a las prisas, a la persona que nos empuja y también a la pereza, casi nunca nos detenemos a calcular cuánto cuesta realmente un producto por gramo.

Sin embargo, tenemos mucho cuidado de no comprar los alimentos más baratos porque pueden tener la desagradable sorpresa de ser de muy mala calidad. Y esto podría ser extremadamente perjudicial para nuestra salud.

Un vendedor consciente seguramente preferirá tirar los alimentos mal almacenados o que desprendan un olor extraño antes que ponerlos a la venta a un precio más barato.

Regla #6. Todo a su tiempo.

Elija siempre verduras de temporada. Por ejemplo, si nos referimos a la fruta más común, la regla de conveniencia “debería” ser la siguiente. En invierno, naranjas, mandarinas, pomelos, granadas, peras, kiwis, limones, kumquats, cidras, manzanas, caquis, clementinas, nísperos, serbas y bergamota. En primavera, fresas, cerezas tempranas, limones, nísperos, ciruelas. En verano, albaricoques, melones, higos, cerezas, melocotones, ciruelas, todas las variedades de sandía, incluida la sandía amarilla, arándanos, moras, frambuesas, fresas, plátanos sicilianos, higos y guindas. En otoño, peras, granadas, caquis, dátiles, azufaifas, castañas, cítricos, uvas, pistachos, manzanas rosas, kiwis, limones y piñones.

Por supuesto, esta es sólo una lista parcial porque cada lugar tiene sus propias verduras y sus propios plazos de producción y distribución. No le resultará demasiado difícil informarse utilizando Google. Hay aplicaciones y antes de la llegada de la tecnología se utilizaba en la agricultura un diseño llamado “rueda de la salud”.

Regla #7. La pereza es nuestro enemigo.

No es fácil gastar lo menos posible porque el sistema está diseñado para fomentar el consumo por parte del cliente. En el pasado me han dicho que soy un gran derrochador. Como ves, la realidad de la situación, que también podría coincidir con tu comportamiento, no es que no sepa comprar, sino que me da pereza.

No hay nada malo en gastar dinero si estás de vacaciones o tienes mucho. Los comerciantes, los empleados y todo lo que gira en torno a ellos también deben poder sobrevivir. Es correcto que el dinero circule para que la economía sea lo más saludable posible. Pero hay algunas personas que no pueden gastar, y este artículo va dirigido principalmente a ellas.

La pereza es lo único que la vida no nos perdona, y la constancia es la mejor virtud para conseguir un objetivo. No tiene sentido intentar hacer lo que dice este artículo sólo una vez y luego seguir con la misma rutina de siempre. En ese caso habrás invertido mal tu tiempo y sería contraproducente.

Regla #8. También se ahorra en casa.

Una cosa que a menudo se subestima es el hecho de que hay que prestar la máxima atención a la forma de almacenar las cosas. No tiene sentido culpar al supermercado si no almacenamos los alimentos adecuadamente cuando llegamos a casa.

Algunos alimentos deben envasarse al vacío una vez abiertos, otros no deben descongelarse nunca y volver a congelarse, y otros deben mantenerse alejados del contacto directo con la luz y de ciertas temperaturas.

Recordemos que en nuestras propias casas, para evitar tirar la comida que se ha estropeado o, peor aún, para no sentirnos enfermos, debemos seguir unas normas muy similares a las que están obligados todos los vendedores de alimentos.

Regla #9. La historia es importante.

Estudiar la historia es importante para evitar dar los mismos pasos que llevaron a ciertos errores. La experiencia de nuestras abuelas tiene una importancia fundamental para entender lo que es más conveniente y genuino. Confiemos siempre en lo que nos dicen nuestros abuelos.

Otra cosa que es obligatoria en algunos países en el caso de los descuentos es la presencia del precio original en la etiqueta. Sabemos muy bien que nos atrae un producto de calidad con un 50% de descuento pero, además de preguntarnos por qué ese producto en concreto está en oferta, también deberíamos preguntarnos cuánto costaba antes.

Un comerciante consciente, hace el precio justo porque tiene sus propios gastos para mantener su negocio y su familia como nosotros. Desconfíe siempre de los precios demasiado bajos, porque no es normal que una empresa ponga precios excesivos sin una buena razón.

Siempre nos han hecho pensar que el comerciante se beneficia de forma desproporcionada y por eso hemos olvidado la importancia del precio correcto. Si un comerciante tiene tal afluencia de clientes que puede vender 10 camisetas por 50 euros cada una, no es normal que pueda mantener el alquiler y el sueldo para él y sus empleados si sólo tiene un margen del 10%.

Compre siempre premiando a las empresas que le parezcan honestas y sanas. La honestidad no siempre es sinónimo de precio, sino de conciencia. Sólo una pequeña parte de los beneficios va físicamente al bolsillo del comerciante. El resto se pierde en gastos e impuestos.

Elegir comprar con comerciantes conscientes favorece a aquellos negocios cuyos gestores no utilizan trucos para explotar las debilidades humanas con el fin de vender más. El precio siempre está relacionado con la cantidad de gente que entra en la tienda y no siempre se da el caso de que cuanta más gente, mejor.

Nunca debes comprar nada que no necesites realmente o sólo para probarlo. En las tiendas físicas, a diferencia de las tiendas online, el derecho de desistimiento puede no aplicarse en algunos países. Ese artículo devuelto podría venderse como si fuera nuevo a otra persona que desconoce su historia. ¿Te alegrarías si te ocurriera esto?

Regla #10. Máxima cortesía.

La vieja regla de que el cliente siempre tiene la razón no es más que una táctica de gente sin escrúpulos para que algunos mezquinos se sientan más cómodos a costa de la dignidad de los empleados.

Los que te atienden cuando entras en una tienda no son tus esclavos. Son personas como tú que tienen derecho a expresar sus opiniones y, sobre todo, a su propia dignidad. Un comerciante concienzudo no tendrá ningún problema en decirle si una prenda es más adecuada para usted.

Algunos pensarán a estas alturas que este párrafo es partidista, que no se puede confiar realmente en los profesionales de las tiendas porque sólo piensan en su propio beneficio, y que por tanto están en claro antagonismo con usted que quiere la máxima calidad al menor precio.

Para evitar dudas, le invito a que se ponga en la piel de un dependiente. Los clientes difíciles y maleducados hacen que estos últimos sopesen cada minuto de su trabajo y serán más proclives a que el responsable de este estado de ánimo pague más por su tiempo.

Por el contrario, un trato simpático y amable casi predispone al vendedor a un estado de ánimo de complicidad, pasará su tiempo con usted mucho más sereno y las posibilidades de que le haga un mejor descuento o le favorezca de alguna manera aumentarán considerablemente.

Recuerde siempre que, si bien es cierto que un buen vendedor debe ser capaz de ponerle a gusto, no son las falsas actitudes y el falso servilismo lo que le ayudará a ahorrar dinero. Normalmente, independientemente de la reacción de la persona que tienes delante, es normal que si somos maleducados nadie nos favorezca.

Un vendedor recibe a diario más insultos y humillaciones de las que usted puede imaginar, así que con sólo ser cortés, puede que se le abran puertas desconocidas.


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